lunes, 29 de septiembre de 2014

De por qué la #UmbrellaRevolution debe ser resuelta en 1 día



Hoy, 29 de septiembre de 2014, pero madrugada del 30 del mismo mes en Asia, estamos frente a una de las decisiones más difíciles que un presidente y su consejo de asesores han tenido que tomar: Utilizar o no al ejército chino para controlar las manifestaciones en Honk Kong.

Sin problemas puedo imaginar al presidente chino escuchando a cada uno de sus asesores, evaluando las posturas en contra y a favor, analizando el control de daños que se pondría en marcha de tomar una decisión u otra... pero muy dentro de él, manteniendo la misma duda que lleva días en su cabeza.
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Hay 3 posibilidades, darle a los manifestantes lo que buscan, controlar las manifestaciones con la fuerza, o dejar que el ánimo popular se calme y las protestas se diluyan en los cansados sueños de los ciudadanos, algunos con varios días sin dormir.

De escoger la primera, el gobierno de Beijing haría ver ante el mundo que se continúa con la apertura económico-política iniciada por Deng Xiaoping, líder que sucedería a Mao en la dirección del país asiático. Pero también, a ojos de su propia población, se haría evidente que el férreo control ejercido por el Partido Comunista de China sobre Hong Kong, Macao y el Tibet, poco a poco se diluye entre ideales de libertad y democracia.

De cierto modo sus temores son fundamentados, ya que no basta más que una chispa para iniciar un incendio, y estas zonas no son las únicas que han sufrido décadas completas de dominación política e imposición cultural. Casos como la prohibición del Falun Gong, la discriminación que etnias distintas a la han sufren día a día, la censura en los medios o el continuo bloqueo de redes sociales, han ido minando la credibilidad que China en general tiene de su gobierno.

El descontento generalizado es aún más evidente en el último caso, sobre todo si se toma en cuenta que el bloqueo a Internet afecta principalmente a una juventud ávida de comunicarse entre si por los mismos canales que utiliza el resto del mundo... misma juventud que atiende a las universidades, y se ha caracterizado por ser el grueso de las recientes protestas contra el gobierno.

Así, dar a los manifestantes la libertad para elegir a sus gobernantes en las elecciones de 2017, no sólo alimentaría a una ciudadanía que no tardará en dar el paso de "libertad en elecciones" a "independencia", también daría a provincias y zonas autónomas del interior, la excusa para levantarse, una vez más, a exigir mayores libertades.

La segunda opción, controlar las manifestaciones por la fuerza militar, no sólo recuerda nuevamente a Deng Xiaoping, quien se encontraba al frente de China en 1989, año de las protestas en la plaza de Tianmenn, también representa una continuidad con el proyecto cultural chino, y el ideal de unidad política con objetivo en el progreso, que Xi Jingping ha propugnado en más de un discurso.

Desgraciadamente, optar por esta salida, dejaría al gigante asiático en un predicamento económico y político. A casi nada del 1 de Octubre, "Día Nacional de China", confrontar a los manifestantes con la fuerza del estado, dejaría a dicho país tal cantidad de publicidad negativa que no sólo los mercados de valores continuarían a la baja, los inversores tendrían cada vez más miedo de entablar relaciones comerciales con un socio que en su día fundacional, representa la idea de represión a nivel mundial.

Y si bien este problema no es tan importante para un país con un mercado interno tan amplio y bien fundado como el chino, la condena internacional contra la represión del estado frenaría durante un tiempo su estable crecimiento hacia los mercados internacionales, al revertir el duro esfuerzo que han puesto las últimas generaciones de sus gobernantes por mostrar una cara de China alejada de la dureza con la que se les identificaba.

Pero aún hay otra opción: esperar.

Este, ha sido el camino que más de un gobierno ha tomado para enfrentar la desobediencia civil en años recientes; primero porque el concepto de terrorista se ha extendido con el tiempo a todo aquél que atente contra el orden civil, y cómo diría el viejo adagio estadounidense: "con terroristas no se negocia"; segundo, porque para un gobierno autoritario algo peor que ejercer su autoridad, es crear mártires que la cuestionen incluso desde la muerte.

En cambio, los movimientos civiles tienen la característica de durar mientras la idea en común que les dio origen se mantiene en la mente de todos sus integrantes... pero si algo hace el diálogo y el afamado "check reality" es modificar dicha idea en cada uno de los individuos.

Recurriendo a experiencias pasadas como el "Occupy Wall Street" (ejemplo que siguen los manifestantes en Hong Kong), y la experiencia mexicana del #YoSoy132 (ejemplo que me tocó vivir muy de cerca), nos queda clara una sola idea: los movimientos anti sistémicos caen por su propio peso... el peso de miles de personas que, desgraciadamente, tienen muchos problemas para ponerse siempre de acuerdo.

Por lo tanto, la #UmbrellaRevolution a mi parecer ya tiene solución: atole con el dedo.

Más atole con el dedo que dejará a los manifestantes contentos con algún tipo de cambio y semi apertura vista por el gobierno chino, pero que no representará ningún tipo de cambio en la realidad... más atole con el dedo que viene a representar la actitud de padre con la que los gobiernos tratan a sus ciudadanos, a los que ven como menores de edad incapaces de autodeterminación y mucho menos de autonomía.

Más atole con el dedo que pasará como otra escena más de la tragicomedia política mundial que representa a los tiempos modernos, terminada con la atenuación de las luces y seguida inmediatamente por un nuevo escándalo -brace your selves... ISIS is coming-.

Más atole con el dedo que soluciona la #UmbrellaRevolution, pero no soluciona uno sólo de los problemas. Hong Kong seguirá siendo una zona económica de China, los universitarios regresarán a sus clases, todo seguirá igual -o al menos similar-.

Y antes de terminar, quiero enfatizar que no satanizo a la movilización ciudadana -ya quisiera yo que los mexicanos tuviéramos la mitad del interés ciudadano que se ha demostrado en Hong Kong- pero creo que el verdadero movimiento ciudadano necesita urgentemente adaptarse a los tiempos modernos, porque claramente ellos se han adaptado a nosotros.

El suicidio de la ideología, el fin de la utopía, y demás consignas gritadas por ese afamado profeta español no tienen por qué ser lloradas como a Mao se le lloró. Tal vez es la hora de revertir esa otra famosa frase a "mucha política y poca administración"... pero política de la buena.